¿Para qué escribir poesía? ¿Para qué publicar un libro con flores iluminando espejos? Si han exiliado a demonios y a santos a un nudo sin aura. La pregunta como encrucijada rompe mi lectura del poemario “Noche Buenos Días”, de la escritora Gladys Martínez; sólo entonces, entiendo que la poesía es un mundo al que no le importa que la levedad lo mire, ni los rituales sonoros en teatros de anónimas ciudades.
“Noche Buenos Días”, más allá de quien lo forjó en el palpitar de angustias, es de esos cantos que se pronuncian en la memoria con la profundidad pagana del ángelus a una deidad extinta, es de esos puñales que se clavan en el dulzor de la memoria ó de esas felicidades que saben a secreto de piel.
Estimado lector veamos no las grafías o las palabras, entendamos el misterio escondido que se vive en su signar la dualidad cósmica de los instantes, desde la alquimia del poema. Como Gladys Martínez, lo hace desde esta misa donde todos estamos invitados a oficiar.
Gabriel Cisneros Abedrabbo
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