Nací en la comunidad de Chulkunak, perteneciente a la parroquía de Punín, Provincia del Chimborazo, cuna de los Puruwáes, hijo de Juan Benedicto y de María Dolores, mi padre que a temprana edad fue llamado por Pachakamak y ahora descansa en los brazos de Taita Inti (Padre Sol), quien fue el impulsor y mi inspiración para no desmayar en la continua lucha tanto artística como política, siempre me alumbra su luz y en el cansancio me regocijo en su memoria.
El haber crecido en la naturaleza libre me ha hecho sentir que en el mundo occidental no tengo la misma libertad que en la infinita región andina donde siempre me confesaba con mis abuelos, con los sabios de los altos páramos andinos, y con aquellos espíritus de la pradera que siempre estaban cerca de mí. Aquí siento que soy prisionero de un sistema que ha mucha gente ha minado ya su capacidad de reflexión y conciencia. Evito a toda costa no caer en la desgracia de vivir aferrado al ilusorio materialismo, sin embargo siento que es muy voraz este sistema y a veces me parece engullir sin misericordia.
Por ahora en la ausencia de mi padre me consuela haber sido recompensado con una hija india que nos ha llenado el hogar con su fresca lluvia de alegría, de nueva energía, de luz en nuestras vidas y de lluvia que se traduce en su nombre de Tamya Ayliz, «lluvia que refresca nuestras almas» ella es la energía de la Madre Tierra convertida para mí en fuente de inspiración.
Tomado de la página de Gonzalo Quinaluisa
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